Tras el verano llegó la vendimia. Como cada año, hemos visto como todo el personal de campo y de bodega daba todo lo que estaba en su mano para conseguir una campaña perfecta, y así ha sido. ¿Qué pasa ahora?
Ya casi terminando el mes de octubre hemos dado por finalizada la vendimia en todas las denominaciones de origen en las que Bodegas Familiares Matarromera está presente. El cambio de tiempo y la bajada de las temperaturas han marcado también nuestros gustos.
Con el otoño vuelven las rutinas, volvemos a abrigarnos, y volvemos a disfrutar de vinos que estábamos esperando probar… ¿Cómo afecta el otoño al vino?
El otoño en el viñedo.
Como sabes, el viñedo está compuesto por vides que son plantas de hoja caduca y, como tal, llegados a este punto, empiezan a cambiar de color y a caerse. Las hojas comienzan a tornarse marrones y ocres, con tonos rojizos e incluso morados… Un acontecimiento que, año tras año, nos cautiva.
La realidad no es que las hojas se vuelvan ocres, sino que dejan de ser verdes, ya que la planta deja de producir clorofila. También la presencia de antocianos en las hojas de la planta son culpables de tan característica pigmentación.
El otoño y el vino.
Las altas temperaturas del verano nos han invitado a beber vinos blancos, de distintas variedades procedentes de varias denominaciones de origen. Ahora, con la llegada del frio y la época de lluvias, llega el turno de vinos tintos en el interior de bares y restaurantes o en casa, cerca de una chimenea… Un momento idílico.
Pero además, esta climatología es «mejor» para la conservación del vino. Ya hemos visto antes que el vino hay que conservarlo en posición horizontal, alejado de la luz solar, a una temperatura adecuada y constante… Para ello, el otoño es ideal para la conservación de los vinos.
El otoño y la bodega.
En esta época, aunque haya pasado la vendimia, son muchos los trabajos que se hacen en la bodega. Estos trabajos son muy importantes ya que suponen el inicio del proceso de vinificación.
Después de la vendimia una vez que tenemos toda la uva en casa (Bodega) comienza el proceso de transformación de esos mostos en vino. Es ahora cuando comienza la actividad de las levaduras que vienen en las pieles de nuestras uvas.
Con él transcurso de los días comienza la transformación de esos mostos y empieza la magia.
Primero tiene lugar la fermentación alcohólica, en la que el azúcar del mosto (con la ayuda de las levaduras), se transformará en alcohol. Es en este momento en el que se produce un proceso de maceración mediante el cual tiene lugar la extracción de esos compuestos de los hollejos que le darán mayor complejidad al vino.
El equipo enológico es el responsable de catar en todo momento los resultados de cada proceso y de comprobar que todo va según lo previsto. Una vez terminada la fermentación alcoholica comienzan los ensamblados. En este momento se selecciona y separa lo que se conoce como «vino yema» o «vino lágrima» que se obtienen mediante sangrado directo. Los mejores vinos de esta categoría formarán los vinos premium y de más complejidad de la bodega.
Por otro lado obtenemos el vino de prensa, que se obtienen, como es lógico, mediante el prensado de los orujos.
Tras la fermentación alcohólica tiene lugar la maloláctica, que transforma el ácido málico en ácido láctico y que hacen que el vino sea mucho más amable al gusto. Esta fermentación puede desarrollarse en barrica o en depósito. Los vinos con mejores cualidades y que presentan un alto potencial de largas crianzas suelen desarrollar la fermentación maloláctica en barrica, que suele ir acompañada de un fino trabajo sobre lías. Este trabajo consiste en el batoneado dentro de la barrica. Durante este proceso se dejan las lías en suspensión en el vino y obteniendo de ellas mucha más estructura y elegancia en boca.