¿Debemos oler el corcho al abrir una botella de vino? Es una práctica bastante habitual, los sumilleres en los restaurantes y los enólogos en las bodegas lo hacen siempre. ¿Por qué se hace? ¿Qué podemos o debemos encontrar en él?
Las fases de la cata de un vino, todos sabemos que son tres, ya lo hemos visto en el post que publicamos hace unos días sobre las fases de la cata del vino. Pero hay otra parte del ritual de apertura de una botella de vino que es aquella en la que la persona encargada de abrir el vino huele el corcho. Hoy vamos a descubrir las razones.
¿Por qué olemos el corcho de una botella de vino?
Antes de explicar las razones que nos llevan a oler el corcho, hemos de decir que este proviene del alcornoque, es decir, es de origen natural. El corcho natural permite que el vino respire, permitiendo la correcta oxigenación del vino. Durante estos movimientos, el corcho se impregna de los aromas del vino y es por eso por lo que al olerlo, podemos obtener una información muy valiosa.
¿Qué información nos puede dar el corcho?
Los aromas que se van concentrando en el corcho pueden decirnos mucho sobre el vino que acabamos de abrir. Esta información está, principalmente relacionada con faltas como puede ser el olor a humedad, moho o el tricloroanisol, también conocido como TCA u olor a corcho. Por lo tanto, cuando se huele un corcho se procura encontrar más defectos que virtudes, los atributos positivos del vino se pondrán en valor durante la fase olfativa de la cata.
Las catas de corcho, sinónimo de calidad
Cada vez es más común que se realicen catas de corchos para reducir al máximo las probabilidades de que aparezca ese temido TCA. Estas catas forman parte de los procesos de calidad y consisten en sumergir el corcho en soluciones de agua destilada y dejarlo macerar durante unas horas para posteriormente comprobar en una muestra el número de corchos correctos y con fallo. Estas medidas son necesarias para poder asegurar la idoneidad de los corchos a la hora de embotellar.