¿Por qué el vino cambia de color?

Una de las primeras cosas que se aprende si vas a un curso de cata, por cierto muy recomendable asistir a uno tras visitar una bodega, es la diferencia de color que existe entre los vinos. Poca gente se fija en esto a primera vista y es importante ya que con ello podremos descubrir la edad de un vino y otros aspectos de interés.

Para apreciar mejor los colores que tiene el vino debemos inclinar un poco la copa sobre un fondo blanco, así podremos observar claramente la capa, el color y el ribete del vino.

La capa puede ser baja, media, alta…y se mira poniendo los dedos al otro lado de la copa por debajo del vino, con la copa inclinada en esa misma posición. Si no nos vemos apenas los dedos será una capa alta y, al contrario, baja. La capa del vino viene determinada por la variedad de uva principalmente, también en menor medida por procesos enológicos (maceración). En el caso de los vinos tintos, hay variedades como Garnacha Tintorera, Tempranillo, Cabernet Sauvigon y Syrah que otorgan al vino una capa más intensa que otras como Garnacha por ejemplo.

El color del vino es el que podemos apreciar en el centro de la copa donde hay más concentración de líquido y viene dado por los antocianos, que son las moléculas responsables del color, que sobre todo están en la piel de las uvas, por eso en la elaboración de vinos tintos, el mosto está en contacto con los hollejos (piel y pepitas de las uvas) en los depósitos de acero inoxidable antes, durante y después de la fermentación alcohólica.

El color se ve muy bien en el ribete del vino (que es la parte más exterior del vino, es decir, la más pegada a la copa). Los vinos tintos jóvenes tienden a tonos azulados y amoratados, los vinos crianzas con algo más de barrica poseen un color más granate, y los de larga crianza como reservas y grandes reservas tenderán más a tonos tejas-marrones. En el caso de los vinos blancos, cuanto más jóvenes más amarillos pajizos y verdosos encontraremos y cuanta más edad serán más dorados-anaranjados.

En este punto debemos de tener cuidado porque no solo el color nos dará pistas del tiempo que ese vino haya estado en barrica sino también de su estancia en botella y esto nos puede llevar a engaño, por ejemplo, si catamos un vino joven pero “viejo”, es decir, de una añada de hace tiempo, ya que nos podemos encontrar con un vino con colores teja. Desde luego que sus aromas y sabores ¡nos sacarán de duda!

Esto es debido a que el vino es un ser vivo, siempre, antes y después de su embotellado, y va evolucionando con el tiempo, ya que recibe una oxigenación a través del tapón, por eso es tan importante conservarlo siempre en las mejores condiciones y disfrutarlo en el momento adecuado que es generalmente cuando el vino sale de bodega.