Cuando nos hablan de vino, lo primero que nos viene a la mente suele ser la etiqueta, la copa, el aroma…, pero pocas veces le damos importancia a un elemento que cuida el vino desde el momento en el que se cierra la botella: el tapón o los tapones porque existen de muchos tipos.
Su función va mucho más allá que cerrar una botella. Se encarga de preservar el alma de cada vino, lo mantiene a salvo del oxígeno excesivo y le permite evolucionar con elegancia a medida que pasa el tiempo.
El corcho natural ha sido durante siglos el más usado en el mundo del vino. Proviene del alcornoque, un árbol noble que permite que su corteza sea extraída sin dañarlo y, además, es un proceso sostenible.

Cada corte solo se puede realizar cada nueve años y, después de ser extraído, el corcho se hierve, se seca para terminar troquelando los tapones. Solo los mejores, los que son más resistentes y uniformes, son los elegidos para sellar vinos de guarda que pasarán años en bodega antes de ser abiertos, como Matarromera Gran Reserva.
Pero la evolución también ha llegado a los tapones y, hoy en día, existen alternativas al corcho natural que se adaptan a los distintos estilos de consumo, a los diferentes tipos de vinos y a exigencias que tenga el mercado.
Evolución y alternativas al corcho natural
Cada vez se encuentran más botellas de vino con tapones de rosca. Suele usarse en vinos jóvenes y, sobre todo, blancos; son muy prácticos. No necesitan sacacorchos, sellan de forma hermética y son perfectos para quienes buscan comodidad sin complicaciones. Los empleamos en nuestros 5.0 By Win y son muy característicos de vinos del Nuevo Mundo o de la Manzanilla de Sanlúcar, por ejemplo.

Los tapones sintéticos se elaboran con plástico o caucho con la misma forma que el corcho y función similar a la del corcho. Son consistentes, permiten que pase muy poco oxígeno y son ideales para vinos pensados para consumir en poco tiempo. Además, son económicos y seguros porque no van a dar problemas con el TCA, defecto o enfermedad del corcho que provoca un desagradable olor a cartón mojado, humedad o moho.
Otra opción son los tapones de vidrio, elegantes y reutilizables. Entre sus beneficios está que sellan perfectamente, además de ofrecer una presentación muy cuidada. El único inconveniente es que requieren un manejo de las botellas mucho más delicado. Es el elegido para Emina Rosé Prestigio.

Y no nos olvidamos de los corchos técnicos, conocidos como 1+1. Se elaboran con granos de corcho triturado y dos discos de corcho natural, lo que le da una apariencia muy similar al corcho clásico, pero tiene mayor regularidad en su comportamiento. Además, dentro del grupo de los corchos naturales podemos encontrar los multipieza, los colmatados, los microaglomerados y los cabezudos.
Cada uno de estos tapones tiene su lugar y su función determinada, aunque lo importante es entender que no existe uno mejor que otro de forma absoluta, sino que todo depende del tipo de vino, del tiempo de envejecimiento y del perfil del público consumidor. Al final, lo que se busca es abrir una botella de vino y que esté tal y como fue pensado por quien lo elaboró, conservando su frescura, su estructura y sus aromas y sin ningún defecto; siempre y cuando se haya conservado en las mejores condiciones que los tapones tienen una responsabilidad importante, pero no toda.