Tapones de colores, de silicona, tapones de corcho… ¿Sabéis cuándo se utilizan unos y otros? ¿Cuál es la diferencia?
Hay algunos vinos, como los tintos de
crianza,
reserva o
gran reserva que, tras haber permanecido un tiempo en barrica, necesitan pasar un periodo de crianza en botella. En esta fase, el vino necesita oxigenarse para ir evolucionando y por ello es imprescindible que esté cerrado con un tapón de corcho que permita dicha oxigenación a través de los poros. De esta forma, el vino afinará su tanicidad, mejorará sus aromas y se desprenderá de cierta astringencia ganando complejidad y matices. Los tapones de corcho los inventó Pierre Perignon tras el descubrimiento con sorpresa del “
vino del diablo”.
Por otra parte, los tapones de silicona son usados en vinos jóvenes, ya sean
blancos,
rosados o
tintos, que deben ser consumidos durante el año y no necesitan periodo de evolución o mejora en botella. La aparición y uso de este tipo de tapones para el vino, como el de rosca o silicona, que suponen una alternativa a los de corcho, lo extendieron los productores de vino de Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, es decir, países de influencia anglosajona que son nuevos productores de vino a nivel mundial y que obviaron el uso del corcho como elemento de cierre, a diferencia de los países tradicionalmente productores de vino que, en la cuenca mediterránea, son además productores de corcho, y que son España, Italia y Portugal.
La diferencia está, por lo tanto, en el tipo de vino embotellado que se trate y en la futura evolución del mismo en el tiempo. Pero, lo más importante es que cada tapón ,bien sea de corcho o de silicona, sea para el tipo de vino adecuado y que mantenga o mejore sus cualidades organolépticas con el paso del tiempo.