En Matarromera siempre hemos defendido la conservación de las tradiciones, rendir homenaje a la historia y a la tierra, la recuperación de variedades y viñedos antiguos. Hoy vamos a hablar de los grandes sabios de la viticultura, los viñedos más viejos de los que obtenemos grandes y espectaculares vinos.
Los viñedos más antiguos esconden los secretos de la viticultura. Es precisamente lo que su edad representa lo que los hace excelentes, ya que en ellos se han dado los factores que han conseguido conservarlos hasta nuestros días.
La importancia de los viñedos viejos.
Solemos leer en muchas etiquetas y escuchar en muchas catas de vinos la expresión que dice que hay vinos que «provienen de viñedos viejos». Esta frase está inconscientemente ligada a la calidad de los mismos. Las razones pueden ser muchas. Por un lado siempre se ha pensado que el tiempo favorece a los vinos, por lo que es razonable pensar que también lo hace la edad del viñedo. Pero desde un punto de vista más técnico, sabemos que la edad del viñedo es directamente proporcional a la calidad de su fruto, ya que existe una autorregulación en la planta que así lo propicia.
Pero hay un elemento a tener en cuenta que es tanto o más importante que la calidad del vino y es la conservación o recuperación de variedades y clones tradicionales poco comunes que pueden aportar toques diferenciales al vino, la lucha por la identidad de los mismos y por el sostenimiento del patrimonio vitícola de la zona o, por qué no decirlo, el respeto al trabajo que las generaciones pasadas hicieron sobre ellos.
¿Qué nos aporta un viñedo viejo?
Está claro que las uvas procedentes de viñedos viejos son muy preciadas y valoradas en el mundo vitivinícola pero, ¿por qué pasa esto?
La respuesta es fácil. Durante los primeros años de vida de una vid, al igual que cualquier planta, esta destina la mayor parte de recursos que adquiere a través de sus hojas y raíces a su crecimiento radicular y a fortalecer su tronco y sus brazos… En los siguientes años, cuando el viñedo todavía es joven, comienza su vida productiva, la vid continúa su crecimiento destinando parte de sus recursos a la planta y otra parte al fruto, a la uva. Pero todo cambia cuando la vid alcanza la edad madura, cuando se convierte en un viñedo viejo.
A partir de ese momento, todos los esfuerzos y recursos tienen como objetivo los apreciados racimos, que suelen ser pequeños, con uvas de reducido tamaño y de gran calidad. Este tipo de viñedos, que suele ser crecer en vaso, se autorregulan, es decir, tienen un mayor control sobre la cantidad y calidad de las uvas que producen.
Todo se ve más claro si nos fijamos en una viña vieja. Vamos a ver que son plantas de gran tamaño, con troncos muy gruesos que, bajo tierra, poseen grandes y fuertes raíces. Esto va a propiciar que la vid almacene reservas en épocas climatológicas favorables y así favorezca una mejor brotación y crecimiento en el siguiente año.
Viña Garugele. Vinos procedentes de viñedos viejos en Rioja.
No podemos dejar pasar la oportunidad de recomendarte dos de nuestros vinos más icónicos que proceden de viñedos viejos.
El primero de ellos es CM Viña Garugele. Este vino proviene del viñedo del mismo nombre, catalogado por la Denominación de Origen Rioja como Viñedo Singular. Estamos ante un viñedo plantado en vaso en el año 1940 con clones tradicionales de Tempranillo. Su reducida superficie (apenas 0.3 hectáreas) y los bajos rendimientos derivados de la edad del mismo, implica una producción muy limitada de una calidad excepcional. En él trabajamos de forma tradicional con aplicación de abono orgánico, donde las labores del campo se realizan únicamente con tracción animal y la mano del hombre. La vendimia en este viñedo se realiza de forma manual y durante todo el proceso tiene lugar una triple selección, previa en el viñedo, de racimo en bodega y uva a uva antes de que comience la vinificación.
Ya en la bodega, este vino pasa por un proceso de fermentación con levaduras autóctonas para respetar así la tipicidad y terroir serrano. Tras la fermentación alcohólica en tinos de madera de roble francés, se realiza una fermentación maloláctica en barrica. La crianza en barrica de roble
francés de suaves tostados acompañan las características frutales de la Tempranillo. Finalmente, un prolongado reposo en botella es imprescindible para pulir sus vivos, elegantes y nobles taninos. Estamos ante un vino intenso, rico, sabroso, personal y con toda
la idiosincrasia de los viñedos de la zona alta de la Sonsierra.
Valdehierro. Viñedos muy viejos de Cigales.
La historia de Valdehierro es una historia de amor entre la vid y la tierra en la zona de Cigales. Las primeras vides que se plantaron en esta mítica finca datan del año 1910. Valdehierro está compuesta por cinco pequeñas parcelas de vasos muy viejos, monovarietal Tempranillo, algo muy peculiar en la zona. En algo menos de una hectárea de superficie, los pequeños racimos de Valdehierro son de una calidad inigualable en la zona.
La finca se asienta en un terreno de textura franca con canto rodado, silíceo y aglomerado calizo con abundante aluvial. De esta parcela obtenemos, únicamente en añadas seleccionadas, uno de los Vinos de Finca de la colección personal de Carlos Moro: CM Finca Valdehierro. Para la elaboración de este vino también tiene lugar una triple selección de uva. Este vino pasa por un proceso de crianza de 16 meses en barricas nuevas de roble francés hasta alcanzar la perfección.
¿Los viñedos viejos son prefiloxéricos?
No están todos los que son, pero son todos los que están. ¿Qué significa esto? Básicamente viene a determinar que los viñedos prefiloxéricos son viejos, pero no todos los viejos son prefiloxéricos.
Aunque próximamente le dedicaremos un post completo a la filoxera, en este punto es interesante hablar de ella. La filoxera es un insecto que ataca a las vides y que puede llegar a destruir, en poco tiempo, grandes superficies de viñedo. La plaga de la filoxera llegó a nuestro país a finales del siglo XIX y se calcula que, en toda Europa, más de 5 millones de hectáreas de viñedo tuvieron que ser arrancadas entre 1870 y 1930.
Conclusión final
Con todo esto podemos decir que los viñedos viejos transmiten toda la sabiduría del tiempo y su sabiduría y que todos podemos disfrutar de ella en cada copa del vino que se obtiene de ellos. Está claro que cada ocasión requiere de un vino acorde y la excepcionalidad de estos vinos requieren acontecimientos importantes y un menú a la altura para conseguir una experiencia inolvidable.
Al igual que en el caso de las añadas históricas, los vinos que proceden de viñedos viejos son muy especiales, merece la pena degustarlos con calma, requieren detenimiento y paciencia y son una parte de la historia de nuestros viñedos transformada en vino.
