Siempre que oímos hablar del envero nos imaginamos un racimo de uva tinta que comienza a cambiar su color pero, ¿eso significa que las uvas blancas no enveran? Hoy vamos a descubrirlo.
Un requisito indispensable para que llegue la vendimia es la maduración de la uva. Este es, de hecho, el indicativo para que comience la recogida de la uva. Pero antes, el envero marca el comienzo de este proceso. Hoy vamos a descubrir en qué consiste el envero y, en concreto, el envero de la uva blanca.
La llegada del envero
Como cada año, la llegada de agosto marca un paso más en el camino hacia la vendimia. Desde que terminase la vendimia, en los meses de septiembre y octubre del año pasado, hasta ahora, han pasado muchas cosas en el viñedo. Las hojas se han secado, han pasado las podas, han comenzado nuevos brotes, hemos visto nacer los primeros racimos… Uno de los aspectos más impresionantes de todo este proceso es el envero.
El envero es un proceso que ocurre de forma natural en la planta y que consiste en la maduración de los racimos de uva, dejando atrás su característico color verde guisante.
El envero de la uva blanca
Siempre que hablamos de envero y vemos fotografías, nos imaginamos hermosos racimos en los que uvas tintas y uvas verdes (realmente son tintas sin madurar) se combinan de forma caprichosa. Entonces ¿las uvas blancas no enveran?
Antes de que se produca el envero, nos encontramos ante un racimo de uvas verdes (color que consiguen de la clorofila), que todavía no tienen el tamaño final. Su contenido en azúcar bajo y la acidez es elevada.
Los factores que determinan el envero
Dependiendo de la variedad y de la zona y principalmente del clima y de la exposición de los racimos al sol, los racimos madurarán más o menos rápido y comenzarán a cambiar de color. Dentro del racimo, comienzan a umentar los niveles de agua y de azucar, reduciéndose así los niveles de acidez. Las variedades tintas comienzan a tornarse azuladas, negras, rosáceas… En cambio, las variedades blancas comienzan a adoptar tonos verdosos más claros y amarillos.
Otro aspecto fundamental es el grosor de la piel, a medida que la uva va haciéndose más grande, la piel se va haciendo más fina. Este aspecto nos ayudará a descubrir esos racimos que ya han envarado.
Está claro que, el proceso de maduración en el caso de las uvas blancas es menos llamativo que en las uvas tintas, ya que el cambio de color no es tan evidente, pero eso no le quita protagonismo.
Ya falta menos para la vendimia, ¿estás preparado?