En tiempos de pandemia y confinamiento conviene recordar que ahí fuera la vida sigue su curso con sus propios microorganismos hostiles, y el viñedo no es una excepción. Hoy hablamos con Raquel González, Doctora en Viticultura y miembro del Departamento de I+D+i de Bodegas Familiares Matarromera, con la que abordaremos uno de los grandes retos pendientes en la viticultura mundial.
La viña, al igual que todas las plantas, es un ser vivo al que, en mayor o menor medida pueden atacar plagas, y que, al igual que el resto de seres vivos, pueden causar la muerte de la misma. Parte del trabajo de campo es luchar contra las enfermedades que pueden reducir la calidad de la planta o incluso matarla.
Los hongos de la madera.
El más difícil de combatir de estos microscópicos enemigos son sin duda los hongos de madera de la vid.
Descritos ya en los primeros textos de agronomía, desde la década de los 80 han aumentado exponencialmente su incidencia. Su presencia conlleva pérdidas de rendimiento de las parcelas afectadas con influencia en la calidad de la uva, lo cual ha motivado numerosos e importantes esfuerzos en el mundo científico y técnico para luchar contra ellos.
Sin embargo, esos esfuerzos no parecen haberse traducido en una aplicabilidad práctica de interés real, puesto que en las dos últimas décadas ha aumentado la incidencia de los decaimientos de la vid, siendo esta situación generalizada en todas las áreas vitícolas.
Este conjunto de enfermedades, ha ido avanzando de forma lenta y continuada, desde que se prohibió el uso del arsenito sódico, el único remedio curativo con eficacia demostrada, llegando a perderse partes importantes de la producción en muchas explotaciones.
Actualmente se calcula que hay, al menos, un 10% del viñedo afectado, aunque algunos estudios señalan que la incidencia es aún mayor, pudiendo llegar a estar infectada hasta más de un tercio de la superficie total de viñedo.
Los viñedos más vulnerables
Esta situación es todavía más dramática en regiones con mayor superficie de viñedo añoso como Toro o Rioja donde su principal patrimonio, el viñedo de más de 30 años que supone casi la mitad de la superficie en algunas zonas, está en serio peligro de perderse definitivamente.
Hasta hace algunos años, las principales enfermedades relacionadas con la presencia de estos hongos fueron la yesca y la eutipiosis pero durante las dos últimas décadas los investigadores han identificado otras como la enfermedad de Petri o “pie negro” en la vid joven, y la del “brazo muerto” en vid adulta.
Todas estas enfermedades contribuyen al decaimiento general de la vid en el que se conjugan este tipo de enfermedades con otros factores como la climatología, suelo o el manejo del cultivo, que agravan el problema.
Generalmente no hay un único patógeno implicado, sino que son sociedades de estos que se manifiestan en la planta con diferentes sintomatologías.
Más vale prevenir…
La única herramienta disponible a día de hoy son las medidas preventivas como marcar las cepas con síntomas, podar con tiempo seco o la desinfección de las herramientas de poda. La realidad es que estas herramientas solo limitan parcialmente su expansión, pero no son un verdadero método de lucha ya que la mayoría de estas medidas son conocidas y aplicadas en las explotaciones vitícolas y la realidad es que estas enfermedades siguen incrementando su expansión año a año.
La solución contra las enfermedades de la madera
Los recientes proyectos que se están desarrollando en los que participa activamente Bodegas Familiares Matarromera, como el proyecto ¨Superavid¨ en Rioja y el proyecto “Vitinnat” en Ribera del Duero pretenden combinar tratamientos de biocontrol realmente eficaces que no generan ningún tipo de residuo químico y totalmente seguros para el medio ambiente, con sistemas de teledetección avanzados para evaluar la incidencia de estas enfermedades a tiempo real.
Govitinnat from bittacora on Vimeo.
Estas tecnologías son la esperanza de futuro para preservar nuestro patrimonio vitivinícola, permitiendo que esos apreciados viñedos añosos nos sigan regalando sus mejores frutos en las próximas décadas, cuidémosles como se merecen.
2 Comentarios
Muy interesante el artículo, pero querría saber más sobre los métodos de biocontrol. ¿Solo son formas de detección o son capaces de prevenir la aparición de enfermedades en la madera?
El biocontrol cubre ambos aspectos. De una parte están los métodos de detección precoz para evitar la infección, una vez se ha producido la infección se han desarrollado métodos para evitar que la misma se propague. Las estrategias son diferentes, en el primer caso es la prevención la herramienta sobre la que se sustenta el biocontrol, en el segundo caso se busca evitar que el agente infeccioso o los vectores de los que se sirve como puedan ser la esporas, se propaguen e infecten otras plantas. Gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías y herramientas es posible optimizar los tratamientos y actuar de manera exclusiva donde se detecta la infección, plaga, o agente patógeno y de esta manera, optimizar tratamientos y recursos. El biocontrol es importante en campo y en bodega. En este último caso, se busca la identificación, selección y desarrollo de cepas de microorganismos que ejerzan biocontrol sobre el crecimiento de levaduras, hongos y bacterias responsables de dañar el vino.
En Bodega Matarromera hemos identificado varios de estos microorganismos y los introduciremos como agentes de biocontrol en producción, son microoganismos de por sí ya presentes en el mosto/vino, nosotros lo que hacemos es identificarlos, aislarlos y potenciar su desarrollo y crecimiento. Son herramientas.