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El invierno en la Ribera del Duero ha sido moderado, sin demasiado frío y extremadamente seco. Las lluvias comenzaron a caer en el mes de marzo y abril y al mismo tiempo la vid empezaba a despertar después de estar en reposo invernal. Éste hecho que es favorable para el viñedo, no lo es para otros cultivos como el cereal.
Todo esto ayudó a un comienzo del ciclo vegetativo provechoso, una adecuada floración, favorecida también por una adecuada climatología. Por todas estas razones se prevé una cosecha excelente en términos cuantitativos y cualitativos.