El orden de los vinos sí altera el producto


Seguro que os habéis encontrado con varios tipos de vino para una comida o cena con amigos o familia y os ha surgido la pregunta: ¿cuál abrimos primero?; ¿cuál es el orden correcto?. 

Si es así, buena señal,  ello significa que os preocupáis de algo que sí tiene importancia, ya que el orden de los factores (en este caso los vinos)  sí altera el producto (en este caso el sabor del plato y la sensación y el recuerdo final).
El orden lógico es comenzar degustando vinos más sencillos y para ir progresivamente aumentando en consistencia, ya que si se comienza con los más complejos luego será difícil apreciar bien los matices de vinos más suaves.
El orden que recomendamos es: vinos jóvenes tanto blancos como rosados; vinos blancos fermentados en barrica; vinos tintos jóvenes; tintos robles (semicrianza); tintos crianzas, tintos reservas, tintos gran reservas; y para finalizar, vinos dulces y espumosos.
Los vinos espumosos y los fortificados, por ejemplo tipo fino o manzanilla, son en realidad un comodín dada su versatilidad o bien como aperitivo o como postre; y en el caso de los espumosos, maridan perfectamente con muchas alternativas para comida o cena. 
También influye el tipo de comida que se vaya a disfrutar, de ahí el arte de maridar. A grandes rasgos  los vinos blancos, espumosos y finos y manzanillas combinan muy bien con pescado y marisco; los rosados con quesos, ensaladas, arroces y pastas; y los vinos tintos con carnes y guisos contundentes; pero el arte del correcto maridaje tiene muchos detalles importantes y dedicaremos a este tema otro post.
Sea como sea, ya tenéis una guía para disfrutar de vuestros vinos con cierto orden!